José Debernardi

Comencé mi práctica de yoga en el 2014 y siempre he pensado que lo hice en el momento adecuado. Estudié la carrera de Derecho y toda mi vida estaba rodeada del “deber ser”, siento que en parte todo este mundo de estructura y normas trajo un poco de frustración a mi vida, casi como un sentimiento de que estaba encadenado.

Decidí renunciar a mi trabajo en oficina por el grado de frustración en el que me encontraba y como señal del Universo comencé a trabajar en una escuela de yoga y así es como tomé mi primer clase de yoga.

Al terminar esa primer clase de yoga sentí una expansión en el corazón infinita y un poco de tristeza de que no lo hubiera experimentado antes, después de esta clase no podía cansarme de practicar.

Hasta el día de hoy tuve la oportunidad de tomar dos certificaciones de maestros, una en Hatha Yoga y otra en Ashtanga Vinyasa, ambas han servido para nutrir mi práctica y mi mente.

Desde el principio, las extensiones para mi siempre han sido muy fáciles pero, al conocer acerca de los beneficios energéticos que tienen, esto hizo que me interesara compartirlo con más personas, siento que esa es una de las cosas que el mundo necesita más hoy en día.

Hoy en día, para mi el yoga es mi vida, es de lo que vivo, donde me desenvuelvo y de las cosas que más disfruto hacer.